«El mensaje de la Carta Magna y de la Carta del Bosque y el mensaje de este libro es sencillo: los derechos políticos y legales solo pueden existir sobre una base económica. Para ser ciudadanos libres tendremos también que ser productores y consumidores en igualdad de condiciones. Lo que llamaré procomún (basado en la teoría que deposita toda la propiedad en la comunidad y organiza el trabajo para el beneficio común de tod@s) debe existir tanto en las formas jurídicas como en la realidad material cotidiana.»
Inglaterra, 1217. Enrique, hijo del rey Juan sin tierra, ratifica la
Carta Magna y la Carta del Bosque. La primera establece libertades:
quedan prohibidas las detenciones arbitrarias (habeas corpus) y
las torturas; los juicios seguirán el debido proceso legal y contarán
con un jurado formado por pares. La segunda determina los usos de los
comunes: tierras de pasto, frutos y caza del bosque, madera para
hogueras, barcas y casas quedan a disposición de todas las personas. El
sustento es también un derecho, como lo son las libertades. De este
modo, derechos y libertades quedaron entrelazados en estas Cartas, una y
otra vez reclamadas en las distintas revueltas igualitarias que
constituyen la Edad Moderna inglesa.¿Qué ha ocurrido desde entonces?
¿Cómo se perdió el derecho al bosque y a la tierra?
¿Cómo convivieron estas Cartas con la esclavitud y la colonización?
¿Por qué la Carta Magna sigue siendo un referente legislativo de las
«democracias» actuales y nadie recuerda la Carta del Bosque? ¿Es este
referente algo más que retórica? En tiempos de Guantánamo y desposesión
neoliberal.
Peter Linebaugh recupera la historia de estas Cartas con un firme
propósito, alimentar las luchas que en todo el mundo gritan: ¡Libertades
y comunes para el pueblo!
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