“No hablaré mucho. Solamente tengo que protestar contra la pena de
muerte que me imponéis, porque no he cometido crimen alguno. He sido
tratado aquí como asesino y sólo se me ha probado que soy anarquista.
Pues repito que protesto contra esa bárbara pena, porque no me habéis
probado crimen alguno. Pero si yo he de ser ahorcado por profesar las
ideas anarquistas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la
fraternidad, entonces no tengo nada que objetar. Si la muerte es la pena
correlativa a nuestra ardiente pasión por la libertad de la especie
humana, entonces, yo lo digo muy alto, disponed de mi vida. (…) Yo no he
cometido en mi vida ningún crimen. Pero aquí hay un individuo que está
en camino de llegar a ser un criminal y un asesino, y ese individuo es
Grinnell, que ha comprado testigos falsos a fin de poder sentenciarnos a
muerte. Yo lo denuncio aquí públicamente. Si creéis que con este
bárbaro veredicto aniquiláis a los anarquistas y a la anarquía, estáis
en un error, porque los anarquistas están dispuestos siempre a morir por
sus principios, y éstos son inmortales… Este veredicto es un golpe de
muerte dado a la libertad de imprenta, a la libertad de pensamiento, a
la libertad de palabra, en este país. El pueblo tomará nota de ello. Es
cuanto tengo que decir”.
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