En La noche de los proletarios
elegiste un modo de escritura poco común, que supone una invitación a
la lectura no convencional y exige del lector, creemos, más que un
interés determinado cierta curiosidad libre. Esto nos llama la atención
porque hoy resulta muy habitual reemplazar la sutileza en la
investigación por presentaciones meramente retóricas de los temas que
impone el presente. Nos gustaría entonces que cuentes por qué tomaste la
decisión de escribir de este modo, es decir, qué tipo de dilemas tenías
que resolver. Y más en general, ¿qué criterios tenés en cuenta a la hora de pensar la relación entre investigación, escritura y política?
Esta
escritura me fue impuesta por mi material, que estaba mayoritariamente
conformado por textos obreros que constituían ellos mismos un
acontecimiento: la entrada en la escritura de personas que se suponía
que vivían en el mundo "popular" de la oralidad. Yo tenía que dar
cuenta de este acontecimiento y hacer sentir la vibración poética de sus
textos y del contenido de sus pensamientos. El discurso habitual de los
académicos anula ese acontecimiento, ya sea midiéndolo con el rasero de
las tesis reconocidas sobre la historia de los movimientos sociales, o
bien explicándolo como expresión de las condiciones de vida de esas
poblaciones. De este modo se introduce una diferencia de estatuto entre
dos tipos de discursos: aquellos que expresan una condición social y los
que explican, a la vez, esa condición y las razones por las que se
expresa de cierta manera. En otras palabras: incluso cuando se ocupa de
la emancipación social, el discurso académico aplica el presupuesto de
la desigualdad. Suele oponérsele a este método, la pretensión de
presentar en su desnudez las "voces de los de abajo". Pero sigue siendo
un modo de situar en sus lugares respectivos al mundo popular de la voz y
al universo intelectual del discurso. La única manera de hacer justicia
a esos textos y al acontecimiento que constituyen, es fabricando un
tejido de escritura que logre abolir la jerarquía de los discursos.
Construí entonces, con sus palabras y sus itinerarios, la trama de una
historia que es la historia de la educación sentimental, intelectual y
política de una generación. Y sólo podía hacerlo con mi propia
sensibilidad, teniendo en mente todas las novelas, poemas, canciones,
óperas o dramas que me permitían establecer resonancias con aquellas
vivencias suyas. Primero experimenté esta necesidad. Después intenté
teorizarla hablando de una poética del saber, que tiene por principio
desandar la condición privilegiada que la retórica intelectual reclama
para sí mismo y así descubrir la igualdad poética del discurso. Igualdad
poética del discurso quiere decir que los efectos de conocimiento son
el producto de decisiones narrativas y expresivas que tienen lugar en la
lengua y el pensamiento común, es decir en un mismo plano compartido
con aquellos cuyo discurso estudiamos. [LEE LA ENTREVISTA COMPLETA]
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