En uno de sus libros, el marqués de Sade afirma con vigor:
"Sostuve mis extravíos con razonamientos. No me puse a dudar. Vencí,
arranqué de raíz, supe destruir en mi corazón todo lo que podía estorbar
mis placeres". Se quiso ver en ello la actitud de un depravado. Al
reivindicar a este hombre que se rebeló contra la moral de su época para
asumir en su conciencia las manifetaciones sexuales de la sociedad que
lo rodeaba, Simone de Beauvoir pinta la figura de un revolucionario, de
un racionalista, de un hombre que necesita comprendes la dinámica
interna de sus actos y los de sus semejantes.
Simone de Beauvoir sigue al célebre personaje a través de la
formulación de sus principios. Sin detenerse más de lo necesario en la
circunstancias que rodearon la vida del marqués de Sade, ubica aquellos
hachos que determinan su personalidad en el campo de los principios que
él mismo formuló y en la interpretación que dió a sus actos.
Los prejuicios ensombrecieron durante muchos años a este hombre que,
en un mundo que intentaba desprenderse del feudalismo y caía corrompido
en la vida cortesana, pretendió iluminar a sus contemporáneos sobre el
valor real de loos cuerpos y los sentidos. La autora de "El Segundo
Sexo", al desembarzar al marqués de Sade de su hama falsificada, le
concede la perspectiva de su auténtica dimensión: un testimonio
increíble y revelador.
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