La Comuna tuvo que reconocer desde el primer momento que la clase
obrera, al llegar al poder, no podía seguir gobernando con la vieja
máquina del Estado; que, para no perder de nuevo su dominación recién
conquistada, la clase obrera tenía, de una parte, que barrer toda la
vieja máquina represiva utilizada hasta entonces contra ella, y, de otra
parte, precaverse contra sus propios diputados y funcionarios,
declarándolos a todos, sin excepción, revocables en cualquier momento.
¿Cuáles eran las características del Estado hasta entonces?
En un principio, por medio de la simple división del trabajo, la
sociedad se creó los órganos especiales destinados a velar por sus
intereses comunes.
Pero, a la larga, estos órganos, a la cabeza de los cuales figuraba el
poder estatal, persiguiendo sus propios intereses específicos, se
convirtieron de servidores de la sociedad en señores de ella. [...]
Contra esta transformación del Estado y de los
órganos del Estado de servidores de la sociedad en señores de ella,
transformación inevitable en todos los Estados anteriores, empleó la
Comuna dos remedios infalibles.
En primer lugar, cubrió todos los cargos administrativos, judiciales y
de enseñanza por elección, mediante sufragio universal, concediendo a
los electores el derecho a revocar en todo momento a sus elegidos.
En segundo lugar, todos los funcionarios, altos y bajos, estaban
retribuidos como los demás trabajadores.
El sueldo máximo abonado por la Comuna era de 6.000 francos.
Con este sistema se ponía una barrera eficaz al arribismo y la caza de
cargos, y esto sin contar con los mandatos imperativos que, por
añadidura, introdujo la Comuna para los diputados a los cuerpos
representativos.
(De la Introducción de Friedrich Engels, 1891)
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