Partiendo del convencimiento de que "Edipo no sirve absolutamente para nada", Deleuze y Guattari se impregnan de la atmósfera cultural del período, en especial del Foucault
de Las palabras y las cosas, y afirman que la invención del hombre por
el orden burgués de que habla este último puede comprenderse mejor a
partir del análisis de los mecanismos de producción del hombre en la
sociedad actual, es decir, a partir de la disección de la máquina social
capitalista que los autores acometen mediante el procedimiento de
descodificación-territorialización.
No en vano se ha afirmado repetidas veces la complementariedad de algunos capítulos de El Anti-Edipo y Las palabras y las cosas, y no en vano la obra de Deleuze y Guattari contribuyó a la gestación de Vigilar y castigar. A partir de ahí, de esa época de ebullición teórica reflejada en el texto, El Anti-Edipo se convertiría en una referencia clásica y el esquizoanálisis -que se propone desedipizar el inconsciente para acceder a los verdaderos problemas- en un método fecundo para analizar las máquinas deseantes y sus productos sociales.
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