Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), en su influyente tratado El contrato social, publicado en 1762,
dibujó una versión diferente de la teoría contractual. La teoría de
Rousseau tiene muchos puntos en común con la tradición individualista de
Locke, aunque también se diferencia de aquella en muchos aspectos. El
postulado de Rousseau, que da nombre a esta teoría, emplea el lenguaje
jurídico propio de las relaciones privadas entre los hombres. Este
pensador, a partir de su observación de la sociedad, constituida en ese
entonces por masas sometidas al Rey, discurre acerca del vínculo que
existe entre el soberano y los súbditos. Descarta que el vínculo se
halle en la fuerza o la sumisión, sino que por el contrario, los hombres
voluntariamente renuncian a un estado de natural inocencia para
someterse a las reglas de la sociedad, a cambio de beneficios mayores
inherentes al intercambio social. Este consentimiento voluntario se
materializa a través de un contrato, "el contrato social" en este caso.
Para Rousseau, el hombre primigenio (el que estaba en el Estado de naturaleza) es un ser sin maldad, en el que predominan dos sentimientos básicos: el amor de sí, es decir el instinto de autoprotección, y la piedad (repugnancia por el sufrimiento ajeno),
pero a medida que va creciendo la población se van juntando grupos, esa
unión crea falsas necesidades, para cubrirlas el hombre inventa la agricultura y la ganadería,
pero cuanto más tiene el hombre más desea, y ciertas personas acumulan
riquezas, éstos sufriendo por sus vidas y por sus riquezas debido a los
recelos creados promueven un pacto, este pacto será el primer código
jurídico.
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