“Las
páginas que siguen son un esfuerzo blasfematorio destinado a construir
un irónico mito político fiel al feminismo, al socialismo y al
materialismo. La blasfemia requiere que una se tome las cosas muy en
serio y, para mí, es el mejor referente que puedo adoptar desde las
seculares tradiciones religiosas y evangélicas de la política
norteamericana -incluido el feminismo socialista-.
Por
eso, este trabajo es mucho más auténtico que si surgiese como mito e
identificación. La blasfemia nos protege de la mayoría moral interna y,
al mismo tiempo, insiste en la necesidad comunitaria. La blasfemia no es
apostasía. La ironía se ocupa de las contradicciones que, incluso
dialécticamente, no dan lugar a totalidades mayores, y que surgen de la
tensión inherente a mantener juntas cosas incompatibles, consideradas
necesarias y
verdaderas. La ironía trata del humor y de la seriedad. Es también una
estrategia retórica y un método político para el que yo pido más respeto
dentro del feminismo socialista. En el centro de mi irónica fe, mi
blasfemia es la imagen del cyborg..."
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