"Extravío es
desorden. Apartarse de la norma. Abandonar el camino trazado y adentrarse por
los senderos de la perdición. Extravíos es tal vez el único término que
describa con exactitud estas reflexiones nuestras que intentan por todos los
medios apartarse de un pensamiento, de una forma de vida, de unas costumbres,
de una moral, de una comunidad straight: rectos, derechos, sin mácula ni
desviaciones. Nuestros intentos de hacer teoría queer, teoría torcida si
se quiere, no podían dar a luz más que estos Extravíos.
Extraviarse puede ser una fatalidad
azarosa, una mala jugada del destino, puede ser fruto de un despiste pasajero,
de falta de atención. Como Hansel y Gretel canturreando y paseando
distraídamente, se les echa la noche encima y allá que se pierden en medio del
bosque. No queda excluido que a veces se nos haya podido ir el santo al cielo
por puro descarrío, pero sinceramente no apuntábamos a este tipo de desbarro.
Extraviarse sólo comienza a resultar verdaderamente interesante cuando es fruto
de una decisión previa, de un acto voluntario. Extraviarse es una estrategia
tan válida como cualquier otra para escapar del tan cacareado consenso
democrático y del descorazonador desierto de la ensayística rosa nacional,
oscilantes ambos entre la rabia contenida y el denso silencio. El extraviado,
aunque su desnortarse sea fruto de una decisión paciente y meditada, no por
ello se verá nunca libre de la angustia, de la incertidumbre, de la inseguridad
que supone cada paso en falso, cada pisada fuera del luminoso sendero oficial,
pero no hay otro modo de llegar a tropezarse por fin con la casita de
chocolate. Sólo una banda de extraviados (criminales) pudo llegar a América. Lo
mismo es hora de volver a intentarlo desprovistos ya de colonizadores instintos
asesinos. Aunque, paradójicamente, la América queer y todas las cosas
interesantes que por allí se hacen cada vez queden más lejos de estas
espartanas latitudes".
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