El capitalismo podría haber cambiado más rápido que sus
adversarios, dejándoles siempre con una era de retraso. Éste es quizás
el sentimiento que se puede llegar a tener cuando se observa cómo se
repiten ciertos análisis que se reclaman desde el campo de la crítica.
La emergencia de un capitalismo de la invención preocupado por la
captación de la “cooperación entre cerebros” no puede dejar de tener
consecuencias sobre la manera de oponerse al mismo. ¿Cómo se puede dar
cuenta de conceptos como trabajo, producción, consumo, comunicación,
información y cooperación asumiendo que el capitalismo ya no es un “modo
de producción” sino la propia producción de mundos? ¿Cómo escapar del
doble bloqueo de lo individual y lo colectivo con el que las teorías
liberales y las teorías socialistas han pensado la “producción de
subjetividad”? ¿Cómo pensar el conflicto ya no a partir de la
contradicción dialéctica, de un dualismo de clases o de una división
amigo/enemigo? Por una política menor parte de estas preguntas
tratando de afrontar el reto de pensar la multiplicidad y el
acontecimiento como elementos raíz de la política.
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