Nacido en 1902, fue soldado en la Primera Guerra Mundial a los 16 años; alumno de Husserl y Heidegger, ya en 1928 es
uno de los más audaces denunciadores del hitlerismo como producto del
capitalismo alemán, y en 1933 debe marchar al exilio con su mujer, la
filósofa Hannah Arendt (la autora de La banalidad del mal, Poder y
violencia, Eichman en Jerusalén). En Estados Unidos trabajará
como obrero en fábricas y allí experimentará el significado de la dependencia del hombre a la técnica. En 1950
regresa a Alemania donde seis años después publicará su obra
fundamental: Lo anticuado del ser humano. Visita Auschwitz y dirá:
"Si se me pregunta en qué día me avergoncé
absolutamente, responderé: en esta tarde de verano cuando en Auschwitz
estuve ante los montones de anteojos, de zapatos, de dentaduras postizas, de
manojos de cabellos humanos, de maletas sin dueño. Porque allí
tendrían que haber estado también mis anteojos, mis dientes,
mis zapatos, mi maleta. Y me sentí -ya que no había sido un preso
en Auschwitz porque me había salvado por casualidad- sí, me
sentí un desertor".
"No fue por su participación en el movimiento dada, ni tampoco por los dibujos del Rostro de la clase dominante (desde ahora puesto
en un plano de igualdad con los Desastres de Goya o los dibujos de Daumier para la Cencerrada) por lo que Grosz fue conocido
o renombrado en los mayores círculos extra-artísticos, sino por el escándalo
que suscitó su obra Crucificado con máscara de gas."
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