En El Derecho a la Pereza, el autor hace una defensa del sueño de la abundancia y el goce, de la liberación de la esclavitud del trabajo empleando la paradoja
como figura retórica para mejor explicar la doctrina marxista entre la
clase obrera de su tiempo. Escrito como una refutación a El Derecho al Trabajo (Louis Blanc, 1848) Lafargue defiende que el trabajo es el resultado de una imposición del capitalismo, contrariamente a la idea tradicional de reivindicación obrera y lo contrapone a los derechos de la pereza, más acordes con los instintos de la naturaleza humana, con los que se alcanzarían los derechos al bienestar y la culminación de la revolución social.
Lafargue analiza las consecuencias de la crisis de superproducción
que consideraba inevitable en el sistema económico burgués, y que se
manifestarían por la ruina de los capitalistas, el paro y la miseria de
los trabajadores. En un estadio previo, Lafargue considera y critica
conceptos como el del sobreconsumo, la existencia de una clase doméstica
de consumidores improductivos o la creación de necesidades y mercados
ficticios con los que el sistema capitalista facilitaría la salida y
reducción de vida útil de los productos.
Lafargue concluye que es necesario la reducción de las jornadas laborales a 3 horas como máximo
y la mejora de la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora como
soluciones a las crisis de superproducción periódicas pero oponiéndose
al interés capitalista por el beneficio económico y apuntaba como
ejemplo las políticas realizadas entonces en Inglaterra y Estados Unidos en favor del maquinismo.
Sin embargo, para Lafargue, el maquinismo o la introducción de las
máquinas en un sistema capitalista podría generalizar el paro y la
miseria, mientras que en el triunfo revolucionario, representarían el
instrumento básico para trabajar lo menos posible y disfrutar intelectualmente y físicamente lo más posible.
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