El
ecologismo revolucionario rechaza la idea de que el ser humano es el
centro del universo, y en su lugar sitúa a la naturaleza. Acepta que la
Tierra no nos pertenece sino que somos una parte de ella, una especie
más de entre las muchas que habitan el planeta, ni superior ni inferior a
las demás.
El movimiento ecologista revolucionario acepta para defender a la
Tierra un abanico de estrategias que no necesariamente tiene porqué ser
aceptado en el ámbito legal, ya que considera que las leyes están de
parte de los destructores de la Tierra y de los explotadores de sus
habitantes. ‘Encendiendo la llama del ecologismo
revolucionario’ profundiza tanto en las bases teóricas como en la práctica de esta lucha.
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