En las cinco partes que abarca el libro, Berman analiza la experiencia
de la modernidad, esta “forma de experiencia vital –la experiencia del
tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y
los peligros de la vida- que comparten hoy los hombres y mujeres de
todo el mundo de hoy”. El hecho fundamental de la vida moderna tal como
la experimenta Marx (de quien toma la frase del título), es que esta es
radicalmente contradictoria en su base: capaz de todo menos de
proporcionar estabilidad y solidez. Lo distintivo de las voces de Marx y
Nietzsche son sus cambios rápidos y drásticos, su disposición de
volverse contra sí mismas, a cuestionar y negar todo lo que se ha dicho,
a transformarse en una amplia gama de voces armónicas o disonantes y a
estirarse, más allá de sus capacidades. A diferencia de ellos que creían
que los individuos modernos tenían la capacidad para comprender su
destino, y tras haberlo comprendido luchar contra él; los críticos de la
modernidad del siglo XX carecen casi por completo de esa empatía y esa
fe en los hombres y mujeres contemporáneos. El hombre moderno como
sujeto –como ser vivo capaz de respuesta, juicio y acción en y sobre el
mundo- ha desaparecido.
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