Una sola idea recorre este libro: la esclavitud, promovida y organizada
por los europeos en el hemisferio occidental entre los siglos XVI y el
XIX, no fue un hecho accidental en la historia económica moderna. Antes
bien, fue una pieza crucial en los primeros momentos de la formación del
capitalismo mundial y del arranque de la acumulación en Gran Bretaña.
Entre mediados del siglo XVI y la abolición en 1888 del tráfico en
Brasil, más de 14 millones de personas, principalmente de África
Occidental y el Golfo de Guinea, fueron arrancadas de sus comunidades de
origen para ser deportadas a las colonias europeas de América. El
«ganado negro» permitió impulsar lo que podríamos llamar la primera
agricultura de exportación: la economía de plantación. Sin lugar a
dudas, sin las riquezas de América y sin los esclavos y el comercio
africanos, el despegue económico, político y militar de los Estados
europeos, y especialmente de Gran Bretaña, hubiese quedado limitado a
una escala menor; quizás definitivamente menor. La cuestión que
despierta la lectura de estas páginas es por qué esta relación, por
evidente que sea, sigue siendo todavía tan extraordinariamente
desconocida.
Eric Williams (1911-1981) es una de las principales figuras
intelectuales y políticas de los movimientos de emancipación del Caribe.
Investigación y militancia corren parejas en su biografía. Durante
buena parte de los años treinta y cuarenta realizó sus estudios en
Oxford y en la Howard University de Washington, la universidad negra por
antonomasia de EEUU. En 1944 publicó finalmente el producto de más de
diez años de estudio: Capitalismo y esclavitud. Posteriormente
volvió a las Antillas Británicas, con el fin de animar los movimientos
políticos de lo que acabaría por ser el Estado independiente de Trinidad
y Tobago. Fue primer ministro de ese país entre 1956 y la fecha de su
muerte.
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