El
uso de la violencia psicológica de género constituye una de las
formas predominantes, generalizadas y efectivas que facilita el ejercicio del
poder. La mayor incidencia de violencia psicológica de género se
da en el ámbito de las relaciones de pareja, donde se concentra y cristaliza
lo referente a cada género, pues cada uno asume como rol fundamental el
de hombre o mujer, haciéndose más legítima la expresión
de la violencia. Esta, en las relaciones de pareja, está condicionada,
en gran medida, por elementos arraigados de la cultura patriarcal. La presencia
de la violencia psicológica en la pareja, incluye el hecho de que la víctima
y el victimario tengan una relación previa generalmente íntima,
que el factor de la convivencia haya sido importante para el desencadenamiento
de la violencia, así como que el domicilio sea el lugar más frecuente
en que se manifieste, lo que provoca que se incremente el riesgo de futuras conductas
similares en sus miembros, y que se trasmita esta conducta a las nuevas generaciones.
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