El 26 de diciembre de 1997 murió el filósofo y psicoanalista
Cornelius Castoriadis. En nuestro país la muerte de Castoriadis
-como su existencia y su filosofía- pasó casi desapercibida.
Pero, dirán algunos, ¿por qué habría que tomar
en cuenta su muerte y, sobre todo, su filosofía? Después
de todo, ¿quién fue Cornelius Castoriadis? Pese a radicar
en París nunca sonó entre los fenomenólogos ni entre
los existencialistas, tampoco fue estructuralista o posestructuralista
-ni siquiera puede colocarse al lado de los posmodernos, aunque algunos
lo quisieran asimilar a esta corriente por su tentativa posmarxista. Aunque
ciertamente partió del marxismo, la filosofía de Castoriadis
no puede ser entendida como una variante más del “marxismo occidental”
por su radical ruptura con los supuestos esenciales que comparten todas
las corrientes marxistas. De hecho, la originalidad del pensamiento de
Castoriadis impide el fácil expediente de encajarlo dentro de algunas
de las tendencias principales de la filosofía de este siglo. Sin
embargo, continuarían los objetores, si ese supuesto “pensamiento
original” del tal Castoriadis es prácticamente desconocido en los
circuitos académicos, ¿no será, justamente, porque
no fue tan original ni tan importante? ¿Realmente habría
que tomar en cuenta su muerte y su filosofía? ¿Acaso tuvo
la talla de un Husserl o un Heidegger, jugó un papel como el de
un Sartre o un Lukács? ¿Llevó a la crítica
filosófica hasta donde la colocaron un Wittgenstein, un Popper o
un Adorno? ¿Fue acaso tan importante como lo es Habermas en las
ciencias sociales? ¿Es tan actual como Vattimo o Lyotard? Si en
verdad nos lamentamos por el desconocimiento de la filosofía de
Castoriadis en nuestro país, como es el caso, entonces no podemos
eludir este tipo de cuestionamientos –las objeciones que podrían
oponer filósofos acostumbrados a sacralizar autores, a rumiar textos
de la historia de la filosofía o a navegar en las corrientes de
las modas intelectuales. Tal vez sea necesario, entonces, contrastar el
proyecto filosófico de Castoriadis con otros pensamientos de este
siglo para destacar su importancia. Sin duda esta diferenciación
resultará desconcertante para un pensamiento que, encerrado en la
academia, se dedica a “interpretar” textos y autores, sin tomar posición
respecto a las interrogaciones que discute la verdadera filosofía.
El pensamiento de Castoriadis, en todo caso, es un buen correctivo para
tales prácticas estériles.[SEGUIR LEYENDO]
VOLUMEN I
VOLUMEN II
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